Las importaciones aumentaron significativamente debido a que las empresas adelantaron sus compras para evitar el incremento de impuestos impulsado por el presidente.
Las políticas arancelarias de Donald Trump han generado, hasta el momento, un efecto contrario al esperado. Las amenazas del presidente de imponer altos impuestos a las importaciones han llevado a un aumento en las compras anticipadas, lo que ha impulsado el déficit comercial. Tras alcanzar un récord en enero, este desequilibrio siguió siendo elevado en febrero, según datos preliminares de la Oficina del Censo de Estados Unidos.
La balanza comercial en EE.UU.
El déficit comercial internacional ascendió a 147.914 millones de dólares en febrero, de acuerdo con cifras ajustadas estacionalmente. Aunque representa una leve reducción respecto al récord de enero, sigue siendo la segunda cifra más alta en la historia y muestra un incremento del 60% en comparación con los 92.309 millones registrados en el mismo mes del año anterior. Este desfase también afecta negativamente a la economía estadounidense, que no está respondiendo favorablemente a las medidas comerciales de Trump.
En febrero, las exportaciones de bienes alcanzaron los 178.599 millones de dólares, con un aumento de 4.312 millones respecto al año anterior. Sin embargo, el mayor incremento se dio en las importaciones, que subieron a 326.513 millones, superando los 266.596 millones de enero de 2024.
El crecimiento del déficit comercial se debe principalmente al aumento en la compra de suministros industriales, bienes de capital y de consumo. Los datos detallados por país aún no han sido publicados.
Situación arancelaria actual.
Los aranceles decretados por Trump apenas habían entrado en vigor en marzo. Su política comercial mostró inconsistencias, ya que pospuso los gravámenes a productos de México y Canadá tras haberlos aprobado. En contraste, aplicó un arancel del 10% a las importaciones chinas, aunque luego eximió a la mayoría de los envíos menores a 800 dólares, lo que generó caos en las aduanas debido a la falta de planificación.
Trump ha mantenido una política comercial errática, avanzando y retrocediendo en la guerra comercial que ha declarado globalmente. En marzo, impuso aranceles del 25% al acero y aluminio, un 10% adicional a las importaciones chinas (exceptuando las de pequeño volumen) y, aunque inicialmente gravó productos de México y Canadá, posteriormente los eximió hasta el 2 de abril bajo el TMEC.
El 24 de marzo aprobó un arancel del 25% a productos de países que compren petróleo a Venezuela y otro del 25% a la importación de automóviles y sus componentes, vigente desde el 3 de abril. Este último afectará a vehículos de pasajeros y camiones ligeros, así como a piezas clave como motores y transmisiones, con posibilidad de ampliación a otros componentes.
Bajo el TMEC, los importadores podrán certificar el contenido estadounidense de sus productos para evitar el arancel, y las piezas que cumplan con el tratado permanecerán libres de impuestos hasta que se establezca un mecanismo para gravar su contenido no estadounidense.
Incertidumbre global.
Mientras tanto, el discurso de Trump ha generado incertidumbre en los mercados. Grandes empresas advierten que la guerra comercial podría afectar sus ingresos, márgenes y operaciones, además de perjudicar la economía global. También preocupa la posible disrupción en las cadenas de suministro. Como consecuencia, la confianza del consumidor ha caído y las expectativas de inflación han aumentado.
La economía de EE.UU., que creció un 2,8% en 2024, muestra signos de desaceleración. La Oficina de Análisis Económico confirmó esta tasa en su tercera revisión, aunque ajustó ligeramente al alza el crecimiento del cuarto trimestre, de 2,3% a 2,4%, debido a una reducción en las importaciones.
Fuente: El País.