Una economía que resiste pese al ruido político.
En un contexto de tensiones políticas y cambios en el liderazgo, Fitch Ratings reafirmó la calificación crediticia del Perú en “BBB” con perspectiva estable, manteniendo así su grado de inversión. La agencia destacó la fortaleza macroeconómica del país, sustentada en una deuda pública moderada, amplias reservas internacionales y un banco central con alta credibilidad.
Sin embargo, el informe no pasó por alto el principal obstáculo del Perú: su inestabilidad política crónica. Fitch advirtió que la debilidad institucional, el clima de inseguridad y las tensiones sociales continúan limitando el crecimiento sostenible y la atracción de inversión extranjera.
Calma en los mercados tras la salida de Boluarte.
La revisión de Fitch se publicó tras la vacancia de Dina Boluarte y la asunción del presidente interino José Jerí, un episodio que, sorprendentemente, no generó turbulencias financieras. El sol peruano se mantuvo estable, los bonos soberanos conservaron su rendimiento y los inversionistas internacionales no mostraron señales de fuga, reflejando la confianza en la gestión económica prudente del país.
La agencia valoró la política fiscal responsable y la solidez monetaria del BCRP, pero advirtió que la incertidumbre electoral de 2026 podría reavivar los riesgos si el debate político se polariza o surgen propuestas populistas. “El rumbo de las políticas podría tornarse incierto a medida que avance la campaña”, señaló Fitch en su informe.
Ajuste fiscal y retos pendientes.
Fitch destacó que la consolidación fiscal avanza gradualmente. Se prevé que el déficit del sector público se reduzca de 3.6% del PBI en 2024 a 2.5% en 2025, apoyado en mayores ingresos tributarios y control del gasto público. No obstante, el reporte advierte que gran parte del esfuerzo de ajuste recaerá sobre el próximo gobierno, en un contexto donde las presiones sociales y políticas pueden dificultar la disciplina fiscal.
La agencia estima un déficit de 2.2% del PBI en 2026 y 1.9% en 2027, cifras algo más elevadas que las proyectadas por el Ministerio de Economía y Finanzas.
La deuda se mantiene baja, pero cambia su composición.
Uno de los aspectos más llamativos del informe es la evolución del endeudamiento público. Si bien la deuda total seguirá siendo una de las más bajas de la región (alrededor del 33% del PBI en 2026), Fitch advirtió sobre un aumento del componente en moneda extranjera, que pasó del 27% en 2019 al 46% actual.
Este cambio refleja una mayor dependencia del financiamiento externo, vinculada a la pérdida de profundidad de los mercados locales tras las liberaciones de fondos de pensiones. Aunque el nivel de deuda sigue siendo sostenible, la exposición cambiaria podría aumentar la vulnerabilidad ante choques externos.
Reservas récord: el gran escudo del Perú.
En contraste, el frente externo muestra un panorama mucho más alentador. Fitch proyecta que las reservas internacionales superarán los US$87.000 millones en 2025, equivalentes al 27% del PBI y más de diez meses de importaciones. Este “colchón financiero” es muy superior al promedio regional y actúa como amortiguador frente a crisis externas o presiones sobre el tipo de cambio.
La agencia resaltó la credibilidad del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), cuya política monetaria “sigue siendo un ancla clave para la estabilidad del sol”, incluso en momentos de volatilidad política o cambios de gobierno.
Riesgos internos: inseguridad, extorsión y desconfianza.
Aun con estos sólidos fundamentos, Fitch alertó sobre nuevas fuentes de inestabilidad: el avance de la delincuencia organizada, la extorsión y el malestar social. Estos factores podrían afectar la inversión privada y el clima de negocios, limitando el crecimiento potencial del país, que se mantiene en torno al 3.2% para 2025 y 2.8% para 2026.
Impacto para el Perú y el tipo de cambio.
La decisión de Fitch refuerza la confianza internacional en la economía peruana, un factor que ha contribuido a la estabilidad del sol frente al dólar. Tras el anuncio, el tipo de cambio se mantuvo con ligera tendencia a la baja, apoyado en la mayor entrada de capitales extranjeros y en la percepción de bajo riesgo crediticio soberano.
Además, el respaldo de Fitch llega en un momento en que los inversionistas buscan mercados emergentes con fundamentos sólidos, lo que podría fortalecer aún más la posición del Perú en la región. No obstante, el ruido político interno sigue siendo un factor de vulnerabilidad: una eventual escalada de tensiones o un discurso populista durante la campaña electoral podría revertir el optimismo actual.
En resumen, el Perú mantiene su atractivo financiero, pero su desafío es político: lograr estabilidad y continuidad institucional para que la confianza de los mercados se traduzca en crecimiento sostenido y tipo de cambio estable.
Un país fiscalmente fuerte, pero políticamente frágil.
El veredicto de Fitch es claro: la economía peruana sigue siendo una de las más sólidas de América Latina, pero su clase política continúa marcando el límite de su potencial. Con reservas robustas, baja deuda y un banco central confiable, el país tiene los cimientos para seguir creciendo, pero necesita reconstruir su confianza institucional para que la estabilidad financiera no dependa únicamente de su resiliencia económica.

Leave a Reply