La relación entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el titular de la Reserva Federal, Jerome Powell, atraviesa uno de sus momentos más tensos desde que comenzó su historia en 2018. Aunque Trump fue quien lo nombró al frente del banco central, las diferencias en torno a la conducción de la política monetaria se han vuelto irreconciliables, reavivando una disputa institucional que hoy influye directamente en los mercados financieros globales.
Desde su primer mandato, Trump ha presionado abiertamente para que la FED recorte agresivamente las tasas de interés, con el objetivo de abaratar el crédito, impulsar el consumo y sostener los mercados bursátiles, especialmente en años electorales. Sin embargo, Powell ha mantenido una postura técnica, guiada por datos económicos y con énfasis en el control inflacionario, incluso si eso implica mantener las tasas en niveles elevados, actualmente entre 4.25 % y 4.50 %.
Uno de los puntos de quiebre más notorios ocurrió en diciembre de 2018, cuando la FED decidió elevar las tasas a pesar de las objeciones directas del entonces presidente. Aquel episodio marcó el inicio de una relación tensa y plagada de ataques públicos. Aunque la pandemia de 2020 obligó al banco central a adoptar políticas expansivas, el distanciamiento entre ambos líderes ya era irreversible.
Con el retorno de Trump a la presidencia en 2024, la confrontación ha resurgido con mayor intensidad. En abril de 2025, Trump llegó incluso a exigir abiertamente la destitución de Powell, alegando que su resistencia a reducir las tasas estaba perjudicando la economía estadounidense. Sin embargo, la ley impide su remoción sin una causa justificada, y Powell ha respondido con firmeza, reafirmando la autonomía institucional de la FED.
En un gesto inusual, el banco central emitió un comunicado en el que subrayó que sus decisiones continuarán siendo tomadas con base en el análisis técnico de la economía, y no por presiones políticas. Este mensaje fue respaldado por una reunión formal entre Powell y Trump, en la que el presidente de la FED ratificó su independencia.
Impacto para el Perú y el tipo de cambio
La pugna entre la Casa Blanca y la Reserva Federal tiene efectos colaterales que trascienden las fronteras estadounidenses. Para una economía emergente como la peruana, este escenario genera una fuerte volatilidad en los mercados financieros internacionales, afectando tanto los flujos de capital como el comportamiento del tipo de cambio.
Cuando existen tensiones en torno a las decisiones de política monetaria en EE.UU., los inversionistas tienden a reaccionar con cautela. Si Powell mantiene las tasas elevadas por más tiempo del esperado, podría provocar una fuga de capitales desde economías emergentes hacia activos estadounidenses, apreciando el dólar a nivel global. Esto podría generar una presión al alza sobre el tipo de cambio en Perú, encareciendo el dólar frente al sol y afectando los precios de productos importados, combustibles y materias primas.
Sin embargo, la incertidumbre generada por la inestabilidad política en EE.UU. también tiene un efecto inverso: muchos inversores globales buscan diversificar sus carteras y protegerse en monedas distintas al dólar, como el euro o incluso el oro. Esta menor demanda del billete verde puede llevar a una depreciación del dólar, como la que se ha venido observando en los últimos meses, lo cual fortalece al sol peruano y modera las presiones inflacionarias locales.
A mediano plazo, el desenlace de este conflicto institucional en EE.UU. será determinante para el tipo de cambio en el Perú. Si Trump logra presionar a la FED para aplicar recortes rápidos de tasas, el dólar podría seguir debilitándose, lo cual aliviaría las cuentas externas del país, pero podría también traer volatilidad en caso de sobre corrección. Por otro lado, si Powell mantiene su postura técnica e independiente, el entorno internacional ofrecerá mayor previsibilidad, algo crucial para las decisiones de inversión en economías como la peruana.

Leave a Reply