La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) ha vuelto a marcar distancia frente a las presiones de la Casa Blanca. En su más reciente reunión, el banco central estadounidense decidió mantener inalteradas sus tasas de interés entre 4.25 % y 4.50 %, a pesar de los ataques públicos del presidente Donald Trump, quien exige recortes más agresivos e inmediatos. La FED, liderada por Jerome Powell, reafirmó así su compromiso con la estabilidad macroeconómica y la autonomía institucional.
Aunque por ahora no hubo cambios, la FED proyecta dos reducciones en la tasa de referencia para lo que resta del año, lo que podría llevarla a un nivel de 3.9 % hacia finales de 2025. Este anuncio refleja un enfoque de cautela frente a los riesgos que aún rodean la economía estadounidense, especialmente por las distorsiones provocadas por las políticas comerciales proteccionistas y migratorias impulsadas por el propio gobierno de Trump.
Tensiones políticas vs. estabilidad financiera.
El presidente Trump intensificó sus críticas justo antes del anuncio, acusando a Powell de actuar con motivaciones políticas y de perjudicar la economía por no bajar las tasas con mayor rapidez. Incluso llegó a exigir que el tipo de interés se redujera a la mitad, calificando al presidente de la Fed como “estúpido”.
Sin embargo, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) mantuvo su decisión por unanimidad, reafirmando su independencia y su análisis técnico como pilares en la toma de decisiones. Según el comunicado oficial, el organismo monetario continuará evaluando el panorama económico y ajustará su postura solo “si las circunstancias lo justifican”, tomando en cuenta factores como la inflación, el desempleo, las condiciones laborales y los riesgos internacionales.
Inflación elevada y crecimiento moderado.
Las proyecciones actualizadas de la FED reflejan un escenario mixto: se anticipa una inflación del 3% en 2025, por encima de la meta del 2%, mientras que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) se revisó a la baja, del 1.7% al 1.4%. A esto se suma una expectativa de aumento del desempleo hasta 4.5 %, lo que refuerza las alertas sobre una posible estanflación —la combinación de bajo crecimiento y alta inflación—, alimentada en parte por los aranceles y las restricciones migratorias que encarecen la producción.
¿Cómo impacta esto en el Perú?
Para el Perú, esta postura de la FED tiene implicancias importantes. En el corto plazo, la decisión de mantener tasas elevadas sostiene la fortaleza del dólar, lo que puede ejercer presión sobre el tipo de cambio en el mercado peruano, encareciendo las importaciones y elevando los costos para las empresas locales que dependen de insumos del exterior. Sin embargo, el anuncio de posibles recortes en los próximos meses modera estas presiones y ofrece señales positivas para la estabilidad del sol. A medida que la FED se incline hacia una política más expansiva, es probable que el dólar pierda algo de fuerza relativa, facilitando la apreciación de monedas emergentes como la peruana.
Asimismo, una política monetaria menos restrictiva en Estados Unidos podría favorecer el ingreso de capitales hacia economías como la peruana, especialmente en sectores vinculados a la minería y la infraestructura. Esta mejora en el flujo de inversión ayudaría a consolidar las reservas internacionales y reforzar la confianza en la moneda local. Además, la posibilidad de tasas más bajas en el futuro reducirá el costo de financiamiento externo para el Estado peruano y para empresas locales que emiten deuda en los mercados internacionales. Esto abre espacio para políticas fiscales o proyectos de inversión más ambiciosos, sin generar presiones excesivas sobre el presupuesto nacional.













