Menos importaciones, menos movimiento: la economía estadounidense desacelera con impacto en sus socios.
El comercio exterior estadounidense ha dado un giro inesperado. En junio, el déficit comercial de EE. UU. se redujo drásticamente, alcanzando su nivel más bajo desde septiembre de 2023. La razón principal no fue un aumento de las exportaciones, sino una caída significativa en las importaciones, lo que revela una dinámica preocupante: la demanda interna se está debilitando.
Según datos recientes del Departamento de Comercio, el déficit de bienes y servicios cayó un 16% respecto a mayo, situándose en US$60.200 millones, por debajo de lo que anticipaban los economistas. La baja en las importaciones [que retrocedieron 3,7%] estuvo encabezada por una menor demanda de bienes de consumo, insumos industriales y vehículos. De hecho, las compras de productos del exterior retrocedieron a niveles que no se veían desde marzo de 2024, mientras que las exportaciones también cayeron, pero en menor proporción.
¿Reacción o prevención? Las empresas se cubren ante la tormenta arancelaria.
Este retroceso en las importaciones parece haber sido impulsado por una ola anticipada de compras en el primer trimestre, cuando muchas compañías se apresuraron a abastecerse ante el temor de nuevos aranceles masivos anunciados por la administración Trump en abril. Posteriormente, algunos de estos gravámenes fueron suavizados o postergados, dando cierto alivio temporal.
No obstante, esta caída no es señal de optimismo. Por el contrario, muestra cómo la incertidumbre comercial y los costos crecientes están reconfigurando las decisiones empresariales, generando efectos colaterales sobre la producción, la inversión y las cadenas globales.
China, México y Canadá: déficit bilateral en descenso.
Otro punto clave del informe fue la caída del déficit comercial con los principales socios de EE. UU. Las cifras muestran que el desequilibrio con China alcanzó su menor nivel desde 2009, mientras que el déficit con México retrocedió tras haber tocado un récord en mayo. También se redujo el déficit con Canadá, a niveles no vistos desde 2020.
Esto puede interpretarse como resultado directo de la estrategia proteccionista de Washington, que viene impulsando la sustitución de importaciones en sectores clave como la energía, los semiconductores y los productos farmacéuticos.
🌎 ¿Cómo repercute esto en Perú?
Aunque estos cambios parecen lejanos, el comercio entre Perú y EE. UU. podría verse impactado de forma significativa. Estados Unidos es uno de nuestros principales destinos de exportación, y un menor dinamismo en su economía puede traducirse en una reducción de la demanda de productos peruanos, especialmente en sectores como agroindustria, minería y textiles.
Además, si el nuevo paquete arancelario que se prepara en Washington incluye productos en los que Perú participa indirectamente [como minerales críticos o insumos industriales], las consecuencias podrían ser aún más amplias, afectando precios y condiciones de acceso.
💱 ¿Y el tipo de cambio? La volatilidad se asoma.
Para el tipo de cambio en Perú, esta coyuntura genera un escenario de alta sensibilidad. Si la economía de EE. UU. se desacelera, podría llevar a la Reserva Federal a reconsiderar sus políticas monetarias, con posibilidad de bajar las tasas de interés hacia fines de 2025. Esto debilitaría al dólar a nivel global, lo que daría cierto respiro al sol peruano, ayudando a contener presiones inflacionarias y estabilizar importaciones.
Pero ojo: si la guerra comercial se intensifica y se amplían los aranceles, los flujos de capital podrían volverse más volátiles y aumentar la aversión al riesgo, lo que en países emergentes como Perú suele traducirse en una salida de dólares y mayor presión sobre el tipo de cambio.
📌 La brecha de EE. UU. se cierra, pero abre interrogantes globales.
La reducción del déficit comercial estadounidense no debe celebrarse a la ligera: no es fruto de un crecimiento sostenido, sino reflejo de una economía que se enfría. Para el Perú, esto representa una llamada de atención. Necesitamos diversificar destinos, prepararnos para escenarios de menor demanda externa, y sobre todo monitorear de cerca el impacto que este reacomodo comercial global tendrá sobre el dólar, nuestras exportaciones y nuestra economía interna.